EQUILIBRA TU ALIMENTACIÓN CON REIKI

TEXTO DE MARTA TAPIAS MERINO

Terapeuta y Maestra de Reiki

El alimento proviene de la madre. Como madre, lo experimenté con mis hijas. Al amamantar a mis bebés, el alimento y el amor con el que les nutría eran inseparables… amor, protección, nutrición y cuidado. Más tarde, continúa de la misma forma aunque el alimento no se genere en el propio cuerpo. Las papillas de frutas, los primeros sólidos. Todo ello preparado, servido y ofrecido con mucho amor. Así lo recibí de mi madre y así lo di a mis bebés, siguiendo un patrón que se repite de generación en generación cuando todo va bien. 

Recuerdo con ternura cuando mi madre me acompañaba a ponerme una vacuna o una inyección al temido practicante. A la salida me compraba un bollo, más grande que yo, que devoraba con delicia. Porque ese bollo no solo era un placer para mis papilas gustativas. Iba acompañado de una caricia, de una sonrisa, de unas palabras dulces de consuelo que me llenaban el corazón y me hacían olvidar el mal rato y el pinchazo. 

Durante la infancia, con esa situación y muchas otras similares, integré que la comida venía acompañada de amor y así se lo enseñé también a mis hijas. Nutrirlas con amor. Preparar la comida con amor. Estoy convencida de que la comida que se prepara con amor se asimila y nutre mejor al cuerpo. La alimentación es uno de los pilares de la salud. Es fundamental nutrirnos de forma adecuada para estar sanos.

LA COMIDA NO ES UN PREMIO NI UNA COMPENSACIÓN

Quizá no es la mejor forma de ofrecer consuelo, protección y amor. El estrés, la ansiedad, la sensación de tristeza, un mal día en el trabajo, una discusión, son circunstancias que pueden provocar la búsqueda de una compensación en el interior del armario donde se guardan las galletas. 

Resistir el impulso de acudir al frigorífico a compensar las carencias emocionales es extremadamente difícil. Requiere una gran fuerza de voluntad. Pero aun cuando se disponga de esa fuerza de voluntad, la insatisfacción no se calma. Esos momentos de debilidad se pueden convertir en una adicción. El momento de comer pasa a ser el momento de la compensación. Y darle al cuerpo lo que no necesita para intentar calmar el hambre de lo que no está satisfecho en el alma, no sacia de ninguna forma: ni al cuerpo, ni al corazón. La consecuencia, además, puede ser la culpa o la vergüenza por no ser capaz de controlarse, por no ser capaz de cuidarse, por no dar un ejemplo adecuado a los hijos, por necesitar una talla más, por el nivel de azúcar, por el nivel de colesterol…, que a su vez genere la necesidad de más compensación. Se puede entrar en un ciclo del que es muy complicado salir.

En aquella época, aún no era practicante de Reiki. Tomar conciencia de lo que me sucedía y salir de ese ciclo a base de fuerza de voluntad fue muy difícil. Una vez que inicié mi camino en el Reiki, fui consciente de que esa desazón que me impulsaba a comer de más en realidad era hambre de amor. Buscaba consuelo por un mal día, un abrazo que me liberara del estrés sufrido, una caricia tras una discusión. 

El hambre, la sensación real de hambre se siente de forma física. Comer por comer, con ansiedad, sin saborear, sin apenas apreciar lo que se come, es síntoma de que algo no va bien. ¿Hay de verdad sensación de hambre o es otra cosa? Y, si no es hambre, ¿qué es? ¿estrés, un enfado, aburrimiento, soledad, miedo, angustia, ansiedad…? 

El Reiki me ayudó a ser consciente de esas necesidades emocionales sin satisfacer. Te lleva a averiguar cuál es la causa origen para así poder poner remedio y gestionar de la mejor forma posible las situaciones del día a día. Ya sea asistiendo a terapia o siendo practicante de Reiki, es una herramienta de gran ayuda para traer a la consciencia aquello que no está en paz en nuestro interior para poder sanarlo y de esta forma encontrar el equilibrio de las emociones y, como consecuencia, también de la dieta.

Con la tendencia a tomar dulce, fue mucho más fácil. En ese momento ya era practicante de Reiki. Cuando observas desde la perspectiva del Reiki lo que ocurre en tu interior, interpretas las emociones como síntomas. El Reiki ayuda a averiguar la causa de esas emociones o síntomas. El Reiki es amor. Al practicarlo, te transforma a todos los niveles y te equilibra con dulzura. Solo que esa dulzura no viene de un bollo. Colma tu necesidad de amor. Te ayuda a transformarte desde el interior y la necesidad desaparece. Sin dolor, sin hacerse violencia, sin pasar necesidad.

Está bien permitirse esos momentos dulces (o salados, según el gusto de cada quien) para disfrutar como un niño. Diría que incluso es necesario, pero no a diario de forma compulsiva.