TEXTO DE SOFÍA PÉREZ PINEDO

Terapeuta y Maestra de Reiki

Durante siglos, las mujeres y los hombres han sido educados de formas distintas y se ha asociado en mayor grado a las distintas formas de crianza de sus padres o educadores, ya sea por tener una referencia fuerte, fría y distante o una figura más comprensiva, cariñosa, amorosa y empática. Depende en gran medida de un patrón cultural muy arraigado, que se transmite de generación en generación.

En el caso de padres autoritarios, ya sea una madre, padre o tutor, suelen educar a sus hijos de una forma violenta, con maltratos de tipo físicos (golpes) y no físicos, como palabras hirientes, conducta fría, con tono de voz muy alto y agresivo. Estas figuras de autoridad suelen no expresar abrazos, caricias, ni hay contacto físico amable, son más bien duros e imponen reglas estrictas. Todo esto puede ser perjudicial, ya que puede quedar un trauma en la adultez. Esto explica cómo fueron educados también estos padres, ya que simplemente están replicando con sus hijos lo que aprendieron.

En otras ocasiones los padres y madres temen que su hijo fracase y le inculcan y transmiten temores propios, por ejemplo: padres que no se realizaron en una carrera específica querrán que su hijo(a) la desarrolle, simplemente le imponen lo que ellos no pudieron hacer.

Estos patrones que se van transmitiendo son miedos que se graban en el inconsciente siendo niños  y traerán como consecuencias estar desconectados de sí mismos. ¿Cómo? No haciendo ni disfrutando de lo que les gusta, frenando su potencial, su imaginación, perdiendo su poder interno, su creatividad, en pocas palabras, caminando sin luz propia.

Conforme pasa el tiempo el niño o la niña va creciendo y se hace adulto/a. Si no es guiado de forma consciente y amorosa, seguirá su camino actuando con más repercusiones, debido a dicho miedo transmitido. Podría actuar con baja autoestima, timidez, sin tomar decisiones por sí mismo, tendrá una personalidad miedosa, con apego a cosas o personas, tomará distancia tarde o temprano de lo que le provoca ese miedo (padres, parejas, jefes, compañeros, amigos…) y se volverá huidizo/a, tanto a personas como a proyectos u objetivos.

Por tanto, personas así crecen colocándose máscaras, reprimiendo sus emociones como el no llorar, no abrazar, no hablar, no tocar… Pueden ir por la vida sin decir lo que sienten y piensan. Todo lo guardan en su interior como si de una máquina de presión se tratase y algún día esa máquina podría explotar.

Hoy en día los padres están dispuestos a poner solución para que no se siga repitiendo estos patrones a generaciones posteriores y aún mejor para que sus hijos puedan desidentificarse de todo lo que no es suyo.

CÓMO TRABAJARLO CON REIKI

En Terapia de Reiki se puede trabajar todas esas situaciones que no están en paz a nivel emocional desde la infancia, ya que todo está en el pasado, para ayudar a desbloquear emociones, heridas y reconocer creencias que se tienen de uno mismo y que pueden ser el origen de problemas graves en la edad adulta. 

Probablemente en su caminar se les presente situaciones o personas que les hagan ver que no tiene nada de malo expresarse, ni tener miedo a la autoridad, o cambiar de carrera por otra que en verdad les guste y disfruten, llegará el tiempo de poder trabajarlo.

El enfrentarse, el aceptar y el reconocer los miedos, las heridas, las situaciones no agradables que uno hace suyo en la infancia, tiene un gran valor. En una sesión de Reiki se va liberando de todo esto poco a poco. 

En Terapia de Reiki, con conversación posterior y toma de conciencia, se puede además ser ayudado/a y acompañado/a terapéuticamente en poder afrontar todo lo que se viene arrastrando. Se puede ir al origen para poder transformarlo emocional y espiritualmente, para que no se siga repitiendo y haya una convivencia sana y amorosa en el ámbito familiar, laboral y social.