TOCAR FONDO: PENSAMIENTOS SUICIDAS DE UNA MADRE

Cómo la Terapia de Reiki puede ayudar en una depresión

TEXTO DE MARTA TAPIAS MERINO

Marta Tapias

Terapeuta y Maestra de Reiki


Ser madre me hizo recordar que la felicidad es nuestro estado natural. Mis hijas, cuando tenían la tripita llena, habían dormido bien y no estaban malitas, tenían una tendencia natural a la felicidad. A la tripita llena hay que añadir un corazón nutrido de amor. Su receta para la felicidad llevaba una mezcla de amor, de despreocupación y de capacidad de disfrute aliñada con seguridad material y ausencia de dolor. Recibí el amor de mi madre, y al convertirme a mi vez en madre, lo vertí en el corazón de mis hijas. Nuestra forma de amar no es perfecta. Nuestro amor es imperfecto. Incondicional, sí. Pero impregnado de nuestras fortalezas y debilidades, de los roles que en su momento aprendimos y que transmitimos a nuestros hijos. 


Los hijos reciben ese amor sin filtros, sin defensas. Reciben con el corazón abierto lo que les entregamos: el amor en forma de abrazo, de bizcocho casero, de risas, de juegos, de compasión y ternura cuando se equivocan. Reciben también nuestros errores, como cuando no permitimos que sean libres por nuestros miedos y prejuicios o cuando estamos sobrepasados y pagamos con ellos nuestro cansancio. Integran todo esto en su ser y entienden que es la forma de amar y de ser. Y con ese equipaje, con esas debilidades y fortalezas integradas, generación tras generación, experimentamos la vida.


Lo vivido en la infancia puede llevar a una persona a padecer depresión o estados de tristeza al continuar con determinados roles heredados, en detrimento de su voluntad y bienestar personal.


Hace tiempo hice Terapia de Reiki a una madre. Había aprendido de su madre a sacrificarse por los demás. Su madre había vivido por y para su marido, su casa y sus hijos, en un perfecto relato de las costumbres del siglo pasado. 


Mi consultante integró desde niña que, como mujer, debía entregar su vida al cuidado de los demás. Si se salía de ese patrón se sentía culpable. ¿Cómo iba a ir al gimnasio si eso suponía no tener limpia y recogida la casa, preparar la cena o ayudar a sus hijos en sus deberes? Y eso, después de una larga jornada laboral. 

Cuántas «Superwoman» hay en esa generación bisagra, herederas del modelo tradicional donde la mujer realiza las tareas domésticas, sumándose ahora una carrera profesional en empresa. 


Me contaba que había días en los que al dormir le dolían el cuerpo y el alma. Harta de su vida y de su marido, al que me dijo que llegó a odiar, que no solo no agradecía su esfuerzo, sino que la criticaba de forma dura y constante a diario. Me confesó que sentía ganas de huir de aquella vida, y no lo hacía por sus hijos. De ese amor sacaba la energía para continuar. Hasta que un día comenzó a comprender que algunas personas pudieran suicidarse. Con lágrimas en los ojos me dijo que jamás había tenido un pensamiento así antes. No llegaba a ser un deseo de acabar con su vida, pero parecía la antesala. Estaba agotada. Había tocado fondo. Estaba en depresión.


Gracias al Reiki aprendió a decir «No» y a priorizar su autocuidado y amor propio, sin culpa. No fue fácil. Su entorno estaba acostumbrado a su disponibilidad 24/7. Eliminada la culpa, también integró que los límites y el respeto en la pareja son cuestiones irrenunciables. Este proceso duró meses con sucesivas Terapias de Reiki y mucho acompañamiento. Salir de esa inercia es como intentar frenar un camión de mercancías. Lleva tiempo.

Hace poco hablé con ella. Estaba irreconocible para bien. Me contó que su madre le había confesado que estaba orgullosa al ver que sacaba tiempo para las diversas actividades a las que se había aficionado, dado que ella misma había tenido la sensación de haber dejado pasar la vida viviendo para los demás, pero sin realmente hacer lo que a ella realmente le hubiera gustado. Y su entorno, de una forma bastante sorprendente, estaba feliz y se habían acostumbrado a esa nueva versión de ella. Lo que antes era impensable, como hacer ejercicio o salir con sus amigas, ahora era completamente natural. Había roto con un patrón generacional.


El Reiki trae a la conciencia esos roles aprendidos para poder ponerlos en paz y trascenderlos. Si te reconoces en estas líneas, anímate a recibir Terapia de Reiki y a formarte. Te recomiendo los dos caminos, que puedes compaginar y que van a transformar tu vida.

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